sábado, 26 de septiembre de 2009

Bodega Parrillada El Capricho (Jiménez De Jamuz - La Bañeza)(León)



Por Cavatappi

Regreso fugaz del viaje a la capital, me preguntaba un amigo, pero realmente se nota tanto la diferencia entre la vaca habitual y la que despachan en ése local que visitasteis? Pues sí Manolo, la disimilitud es grande, tanto por sabor, como por aroma, textura, mineralida ...
En definitiva, y dejando a un lado opiniones respetables sobre el exceso de maduración (+ de 60 a 80 días), con la pérdida de textura y el elevado Ph, así como el índice bacteriológico que puede alcanzar, evidentemente nos encontramos ante otro concepto cárnico.

Efectivamente, nos acercamos hasta el templo de la carne, EL CAPRICHO, una experiencia necesaria entre carnívoros de pro. Aunque un poco tarde, rozando la medianoche, y tras haber reservado de antemano, se nos recibe y nos muestran las instalaciones, típicas cuevas subterráneas castellanas con un encanto especial.

Nos esperaban el propietario, personal de guardia y el panadero del pueblo sentado en una banquetina tomando un clarete.

Una vez visto el género que nos mostraron en la cámara de maduración, tomamos asiento y empezamos a ensalivar.

Comenzamos con un Chorizo de Buey, de sabor y textura agradable, quizás algo más curado que los habituales de cerdo, que José Gordón nos obsequió como bienvenida.

Seguimos con una ración de Cecina de Buey de aroma , color y sabor de largo recorrido 19.00 €.

Continuamos con un Solomillo de Buey con 60 días de curación, realmente exquisito, pura mantequilla 29.00 €.

Por fin llegó el famoso Buey, un chuletón hermoso de 3.750 grs. con 76 días de curación, que José nos fileteó a “contra veta”, con suma maestría, comenzando por las partes más curadas y siguiendo con la grasa amarilla cortada en daditos para intercalar entre bocado, a 60 €/Kg. Sólo por éste plato ya se justifica el viaje.

Aún nos quedaba hueco para probar 2 raciones generosas de leche frita, recomendación de la casa, 3.60 €/ración.

Para ayudar a la digestión acompañamos de un Dominio de Tares Cepas Viejas Mágnum, espléndido a 42 €.

Extraordinario el pan, un hogazón de trigo 100% con un sabor y aroma casi desaparecidos.

Los cafés y los gin-tonic fueron por cuenta de José, que nos acompañó un rato largo y nos habló de los animales que compra, donde, y a quién.

Para terminar la sobremesa llegando a la conclusión de que cada animal, cada costillar, cada chuletón, es distinto.

Una experiencia sumamente enriquecedora, tanto por el género degustado, (ya casi no quedan bueyes), como por las explicaciones del propietario entorno a éste mundo tan complejo.

Aquí os dejo un video donde el propio José Gordón nos despeja algunas incognitas ...


Si alguien no puede ver el video en el blog, este es el ENLACE

jueves, 10 de septiembre de 2009

Hotel Restaurante Cabo Vidio

HOTEL RESTAURANTE CABO VIDÍO

A-8 SALIDA 445, Desvío Valdredo, Oviñana, Cudillero
Tlf. 985 59 61 12
Mvl. 675 60 40 41

http://www.cabovidio.com/

Por Compangu

Llegamos a eso de las 15:30, sin reserva, por lo que estuvimos a punto de quedarnos sin mesa. La primera impresión al llegar es la de un hotelín coqueto, piedra y madera, con un patio que aprovechan para poner mesas del restaurante. Pese a la proximidad de la Autovía, la sensación es de tranquilidad y calma.
Nos sitúan en el comedor, cosa que prefiero, pues comer fuera no es algo que me guste especialmente. Antes de entrar, impresiona un poco la pegatina de la recomendación de la Guía Michelín; al lado está la carta, sencilla y clara: entradas con ligeros toques de innovación (ensalada de bonito en escabeche casero, foie con confitura), pescados de la zona en preparaciones principalmente tradicionales, y carnes varias, me enteré después que tienen un cordero que está unas 18 horas a cocción lenta.

El local, de decoración clásica, en madera oscura, da una sensación muy acogedora y está dividido en dos zonas separadas por biombos: una pequeña barra en la que una pizarra ofrece tapas con un puntín de elaboración, creo recordar que a 8€; y el comedor propiamente dicho, con una gran cristalera que aporta luminosidad incluso en los comunes días grises de por aquí, y que asoma a un jardincillo ideal para tomar el café o la copa del final.

Al ser la hora que era, y estando todas las mesas de fuera ocupadas, era normal que tardaran un poco en atendernos, lo que no fue tan normal fueron las amables disculpas y el obsequiarnos, para hacer más llevadera la espera, con un trozo de Pastel de Cabracho, con el sabor del pescado atenuado por la verdura, aparte del aperitivo de la casa: un Gazpacho ligero y con ese gusto casero que no se puede encontrar en los tetrabriks.

Nos viene a tomar nota el propio chef y, tras las sugerencias, nos decidimos a pedir:
Pulpo con Vinagreta de Pimientos y Patata (16,00€). Rodajas de pulpo cocido, rematado con un braseado, al que acompañaba lo que en realidad era un pisto de pimientos y un puré de patata. El conjunto estaba muy conseguido, pues el pisto y el puré (nada graso) complementaban muy bien a unos trozos de pulpo de grosor, textura y sabor medios.

Carrilleras de Ibérico (17,00€). Tres generosos trozos de unas carrilleras tiernas al máximo, con una salsa de tomate espesita y sabrosota y unas patatas fritas, aparte, para acompañar el plato. No es mi plato de carne favorito, supongo que por estar presentes últimamente en todas las cartas, pero estas merecieron mucho la pena.

Lomo de Bonito (16,00€). Que al final acabó siendo morro, parte más jugosa, que se presentaba con acompañamiento de patatas, canónigos y dos tomates confitados que quitaban el hipo. La pieza era de un nivel altísimo, se preparó a la plancha y se terminó al horno. Color blanco, con un punto perfecto. Jugosísimo y muy rico.

De postre una Tarta de Queso con Mermelada de Fresa (6,00€). La tarta no era de las basadas en queso de untar, sino de esas cuajadas y con más intensidad, y la mermelada, que a la vista parecía un poco deslavazada, concentraba bien la dulzura natural del almíbar y la fruta. Llambionada contundente.

La carta de vinos estaba prácticamente basada en opciones nacionales, aunque con rarezas apetecibles, y a precios contenidos. El que escogimos fue un Waltraud 2007 de Bodegas Torres (20,00€), a base de Riesling. El vino era fresco y fácil de beber; pero algo flojo, de esos que no te queda en el recuerdo.

Terminamos charlando con el cocinero, Jairo López, con el que hablamos de la importancia en la cocina de la influencia familiar, de ginebras, de purés de patata grasos y de unas cuantas cosas más. Tanta palabrería necesitó la ayuda de un Mini Gin Tonic de Citadelle con Schweppes (3,00€), que tienen en la carta en la parte de aperitivos, junto con otros combinados, pero que yo preferí para rematar la pitanza. Uno que es muy de costumbres.

Al final, con pan (muy bueno) y agua, sumó un total de 80,40€ para dos personas (y media), un precio muy ajustado para la cantidad, y sobre todo la calidad de lo comido.

Así que fue una comida muy agradable y una grata sorpresa descubrir este restaurante, ya que esta zona de Cudillero y alrededores está necesitada de este tipo de locales en los que se supera la media general en instalaciones, en servicio, y por último, y lo más importante, en lo que te encuentras en el plato.

Y después, a disfrutar de las vistas: